Alimentos de animales clonados

Uno de los temas que más controversia social puede tener es la clonación. Al sector agrario le afecta directamente, porque más allá de las posiciones a favor o en contra sobre esta tecnología y su uso, se llega al debate sobre la inocuidad de los alimentos obtenidos a partir de animales clonados. Esta cuestión tiene dos frentes diferenciados. El primero de ellos, para la mayoría, fundamentado en ideologías o creencias, en cuyo trasfondo no procede entrar en este espacio agrario. El segundo de ellos sobre las regulaciones que se deben aplicar a alimentos obtenidos de animales clonados, partiendo de la base de que existe la clonación con fines alimentarios.
Ahora en Bruselas, la Comisión propone prohibir durante cinco años esta tecnología, y también la importación de alimentos que procedan de animales clonados. El Parlamento Europeo también pide la prohibición de los alimentos procedentes de sus descendientes. Si hay algún alimento sobre el que existan menos duda de que es igual que su homólogo convencional es en los alimentos de animales clonados, por lo que la polémica sobre su seguridad alimentaria parece superflua, y mucho más los obtenidos por segundas o posteriores generaciones. En Estados Unidos la Food and Drug Administration (FDA) declaró que son alimentos indistinguibles y que por tanto en cuanto a su seguridad alimentaria no procedía siquiera el etiquetado. También es cierto que en este país los procesos regulatorios son muy exigentes, pero mucho más sencillos y coherentes que en la Unión Europea.
Es muy posible que la sociedad europea, o más bien el multicefálico modelo político europeo, no este maduro para desarrollar y apoyar este tecnología agroalimentaria, lo que conduce al segundo punto. ¿Tiene sentido entrar en disquisiciones sobre aspectos concretos que deben corresponder específicamente a las autoridades científicas de cada país o espacio económico? Por cierto, que tanto en esta como en otras tecnologías de aplicación alimentaria (transgénesis, nanotecnología, etc.), las posiciones científicas tienden a ser coincidentes a nivel mundial. Sucede que el modelo de toma de decisiones de la Unión Europea, generado a partir del Tratado de Lisboa, da pié a que el Parlamento Europeo tenga poder decisorio en asuntos de marcado sesgo técnico, científico o económico. Quien conozca algo esta cámara europea y el perfil y experiencia variopinta de los eurodiputados, puede imaginarse que se van a producir muy importantes contradicciones y enormes ralentizaciones legislativas.
Por tanto, debería ser la ciencia quien también diera pié a tomar las decisiones sobre la autorización y sus límites a este tipo de alimentos. Como mucho, en caso de que se consideren tan inocuos como los obtenidos por el animal clonado, facilitar al consumidor la opción de elegir o no su consumo, de una forma proporcionada.
 

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