En Shangái, después del hijo único imponen el "perro único"

Si en 1979 el Gobierno chino decidió frenar la curva demográfica mediante la famosa "ley del hijo único", ahora se trata de evitar la superpoblación canina, con una medida que ya ha sido bautizada como, ley del perro único (uno solo por familia).
Lo cierto es que medidas similares fueron adoptadas en el pasado en otras grandes ciudades. En Pekín, por ejemplo, entró en vigor en 2006, aunque en las calles de la ciudad se puede constatar que algunas familias lo incumplen a la luz del día, arrastrando por parques y avenidas dos y hasta tres animales, atados de sendas correas.
En un país en el que se aprieta una quinta parte de la población mundial y escasean los recursos acuíferos, agrícolas y ganaderos, las autoridades comunistas llevan años controlando con celo el número de mascotas. Perros, gatos, pájaros e incluso grillos, fueron algunas de las primeras víctimas del maoísmo.
La revolución prohibió criarlos, asegurando que consumían innecesariamente recursos que deberían ser aprovechados para otros menesteres. Las restricciones desaparecieron a principios de los años 80 y el mercado de mascotas floreció de nuevo por todo el país.
El negocio vive ahora un "boom" sin precedentes, que mueve más de mil millones de dólares al año. Una tendencia inversamente proporcional a la de los restaurantes donde se sirve carne de perro, que van poco a poco desapareciendo en medio al desuso y las cada vez más restrictivas normas municipales de las ciudades donde era un plato tradicional, sobre todo al sur del país.
Así, mientras los perros desaparecen de los menús, se abren tiendas dedicadas a las mascotas, incluidas algunas donde se ofrecen prendas de alta moda, con marcas como Louis Vuitton. "Para muchas familias urbanas son el sustituto de un segundo hijo que por ley no pueden tener. Por eso les quieren tanto", asegura Liu, dueño de una pequeña tienda de animales en Cantón.
La creciente moda de tener uno, o varios, perros en familia ha motivado las prohibiciones municipales. En Shangái (de más de 20 millones de habitantes), por ejemplo, se calcula que hay cerca de 800 mil canes, de los cuales menos de una cuarta parte han sido registrados debidamente.

Estadística preocupante
A escala nacional, la estadística es mucho peor: se calcula que menos de un cinco por ciento están debidamente vacunados.
En Shangái, muchos vecinos llevan años quejándose, no sólo por los problemas de higiene y los excrementos que inundan parques y aceras, sino también por las mordeduras (hubo 140 mil sólo en 2009), ocasionadas en muchas ocasiones por animales que fueron abandonados a su suerte en los arrabales y por allí se buscan la vida ahora.
Las autoridades de Shangái pretenden también vetar algunas razas caninas, especialmente aquellas más agresivas, de caza, o de gran tamaño. Sólo se salvarán de la quema los perros que fueron legalmente registrados antes de que se anunciase la medida a principios de mes.
Por restrictiva y arbitraria que parezca, esta nueva normativa se ha presentado como una decisión igualitaria.
Para empezar, porque evita que las mascotas consuman excesivos alimentos en un país que tiene enormes problemas para frenar la inflación de los productos básicos.
Segundo, porque corrige una ley aprobada hace algunos años que también buscaba limitar el número de mascotas, pero subiendo el precio del papeleo oficial y los servicios veterinarios mínimos.
Dicha normativa hacía pagar más de 300 dólares al año por perro, algo más del doble del salario mínimo mensual de la ciudad y una cifra que pocos chinos se pueden permitir. A partir de ahora, cada familia podrá tener sólo un perro, pero el coste anual se reducirá a bastante menos de la mitad.

Fuente: eltiempo.com

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