Esta es la etapa más delicada e importante a la que nos enfrentaremos para hacer comprender a nuestra ardilla que somos sus amigos, y que puede tener confianza en nosotros. Es el momento de adaptación mútua.
Cuanto más joven sea nuestra mascota, más fácil será la labor y más fuerte será el lazo que nos una. A partir de los 6 - 7 meses de vida, es el momento en el que se independizan y se les empieza a desarrollar su sentido de la territorialidad, por lo que si nuestro animal es más joven de esta edad, mayores resultados y más rápido conseguiremos que si supera esta edad, (podremos llegar a conseguir los mismos resultados pero necesitaremos un esfuerzo mayor).
Seguramente, vuestra primera ardilla no estará domesticada, por lo que no intentéis cogerla ni acariciarla desde un principio como será vuestra primera reacción, ya que os llevaréis seguramente un mordisco y nuestra mascota nos mirará como si fuéramos un peligro.
Comprar un animal domesticado supondrá un sobrecoste económico y un ahorro en tiempo ya que podréis disfrutar de ella antes, pero os perderéis disfrutar de todo el proceso de adaptación, viendo su evolución.
La mejor manera de domesticar una ardilla es teniéndola desde joven, son mucho más moldeables y poséen una mayor capacidad de adaptación que un ejemplar adulto, que ya ha adquirido su propia personalidad, y que seguramente la experiencia con humanos, si la ha tenido, habrá sido seguramente estresante. Si el ejemplar es adulto, sencillamente el proceso de domesticación se alargará pero os vuelvo a repetir que con mucha constancia conseguiréis vuestro objetivo.
No es necesario que te preocupes de conocer inicialmente si tu primera ardilla es macho o hembra. Según mi experiencia, el carácter no va ligado al sexo, al igual que ocurre con las personas. De todas maneras se distinguen observando la distancia entre el orificio rectal y el genital, siendo mayor en los machos que en las hembra. Lo que si nos debe preocupar es buscar un ejemplar lo más jóven posible, para tener un gran éxito en la domesticación.
LLEGADA A CASA
El traslado desde la tienda hasta nuestra casa, debéis hacerlo en un jaula que esté completamente tapada para evitar su nerviosismo y que se estrese. Para luego soltarla en la jaula definitiva.
Una vez que nuestra ardilla ha llegado a su nueva casa (la nuestra) hay que procurarle la máxima tranquilidad posible, ya que es un animal muy sensible a los cambios y que se estresa con suma facilidad. Será difícil no estar cerca de la jaula, os lo aseguro, pero en un primer momento debéis evitar esto. La pondremos en un sitio tranquilo la primera semana. Evitar ponerla cerca de cualquier aparato como la tele, una radio, e incluso el teléfono, ya que se asustará ante cualquier ruido. Sabed que la ardilla tiene un increíble oído.
Al principio, no querrá salir de su casa, pero el fuerte sentido que tienen de la curiosidad, hará que comience a asomar su cabeza para observar su nuevo entorno. Podéis dejar la puerta de la habitación abierta y pasar de vez en cuando por delante. Seguramente, en cuanto os vea, rápidamente se esconderá en su madriguera, pero su gran sentido de la curiosidad hará que vuelva de nuevo fuera a observar qué es lo que pasa.
Pasada la primera semana es el momento en que debemos lograr captar su atención y a la vez evitar que se asuste cuando nos vea. El único secreto consiste en pasar el mayor tiempo posible delante de la jaula para que se acostumbre a nuestra presencia. Al principio es normal que salga corriendo a esconderse, aunque poco a poco irá abandonando esta actitud, conforme vaya ganando confianza y se habitúe a su nuevo hogar y a nuestra presencia. Una vez más os recuero que es un proceso lento y que ganará el que más paciencia tenga, o sea nosotros.
Si han pasado 2 o 3 semanas desde que llegó a casa y ha tomado como costumbre esconderse cuando nos vea, debemos cerrar la puerta de su casa y no dejarle entrar, y tendremos que demostrarle que no le va a pasar nada cuando estamos con ella. Ante todo, debemos ganarnos su confianza.
Poco a poco, nos podemos ir acercando a su jaula, e intentaremos permanecer todo el tiempo que podamos junto a ella, estando lo más quieto posible, sin hacer movimientos bruscos, para no sobresaltarla, para que comience a acostumbrarse a nuestra presencia y no salga corriendo a su casa. Un vez conseguido, esto, que os aseguro que es un trabajo largo, podemos intentar ofrecerle comida a través de los barrotes de la jaula. Probad con un alimento que hasta ese momento no haya comido.Al principio no nos hará ningún caso, pero no desesperéis. Vuestro mejor aliado para conseguir su amistad es la paciencia. Con estos animales no valen la prisas y los nervios.
Si no acude al alimento que le ofrecemos, nos apartaremos un poco de la jaula,y dejaremos la comida sujeta entre los barrotes. Nos podemos marchar de la habitación y volver posteriormente para ver si le ha gustado y si ha comido. Día tras día, nos iremos alejando menos de la jaula, hasta que llegue el momento en que cuando vaya a comérsela, nos encontremos pegados a la jaula.
Nuestro siguiente objetivo es aguantar la comida con nuestra mano, en vez de dejarla sujeta entre los barrotes de la jaula. Podéis utilizar un silbido o su nombre, que repetiremos cuando le vayamos a dar alimento. Así en el momento que queramos que vuelva a su jaula cuando comiencen sus primeros paseos, podremos utilizar esta señal. Tan sólo le tenemos que asociar una señal con una acción. La siguiente fase, será introducir la mano en la jaula para seguir ofreciéndole esa comida que más le gusta. Seguramente la reacción de nuestra ardilla será refugiarse o correr por la jaula intentándose alejar.
Tened en cuenta que si vive en una jaula pequeña, y no encuentra espacio suficiente para alejarse y sentirse segura, se sentirá amenazada y primero os morderá y después saldrá corriendo a refugiarse en su casa, puediendo llegar a perder la confianza que hasta este momento nos tiene. Así que os vuelvo a repetir: Tranquilidad. Con mucha paciencia y algún que otro mordisco encima, debemos mantener la mano dentro de la jaula (a través de la puerta) hasta que pierda el miedo, un trozo de chocolate puede hacerles cambiar de idea. Al final conseguiremos que se acostumbre a nuestra mano, que coja su recompensa y no se estrese, y entonces sacaremos la mano para dejarla que disfrute de su alimento. No hay que obligar nunca a nuestra ardilla, evitar ponerle la comida en su hocico, tenéis que dejar que sea ella, la que se acerque.
Hasta que llega este momento, hay que ponerle en su comedero el mismo tipo de comida, así conseguiremos que sepa, que cuando le ofrecemos comida directamente, es un sabor nuevo, y el soborno, os aseguro que funcionará.
Al introducir nuestra mano en la jaula, haremos eso sencillamente, dejarla quieta, y que sea nuestra ardilla la que decida qué hacer, con esa almendra o ese piñón que tanto le gusta y que le ofrecemos. A base de mucha costancia, paulatinamente observaréis que pierde el miedo a nuestra presencia, y cuando al principio nos cogía la comida y se marchaba, después la cogerá pero no le importará quedarse cerca de nosotros.
Es llegado este momento cuando podeís intentar acariciarla mientras come, ya que seguramente centrará su atención en la comida, por que ya se ha habituado a nuestra presencia.
Y ¡EUREKA!, ya hemos establecido nuestro primer vínculo, nuestra amistad comienza a nacer. Ahora sólo tenéis que afianzarla y sobre todo reforzarla. Intentar a partir de este momento acariciarla todo lo que podáis, para acostumbrarla a nuestras caricias, para demostrarle que no hay nada que temer.
Todos estas fases, que parecen a simple vista fáciles, os aseguro que os pueden llevar mucho, mucho tiempo. No paséis a la siguiente fase sin haber conseguido y asegurado la anterior.
SU PRIMER PASEO
Las salidas son muy importantes para nuestra ardilla, sobre todo si viven en una jaula que no sea grande. En este punto, que ya se ha establecido nuestro primer vínculo de amistad, y además ya se ha acostumbrado y conoce su nuevo entorno, podemos comenzar a soltarla en la habitación donde está la jaula. Para ello cerraremos todas las salidas de la habitación, e intentaremos que no haya sitios de difícil acceso en los que se pueda esconder, y no la podamos coger, además quitaremos cualquier objeto con el que pueda hacerse daño.
Abrid la puerta de su jaula, y que sea ella (o él) quien decida el momento en que quiere salir.
Al principio, veremos que observa y recorre toda la habitación. Dejadla que se mueva a sus anchas para que se familiarice con el nuevo entorno. Si tenemos problemas para hacerla volver a su jaula, poner su comida preferida en la puerta de la jaula, y con un poco de paciencia acabará entrando. Cuantas más veces la saquemos con mayor facilidad volverá.
Acostumbrarla a que después de una salida, reciba una golosina, esto nos ayudará a que vuelva. Estaremos muy atentos cuando lo soltemos, ya que nos podemos encontrar con la sorpresa de que nos haya mordido ese libro que nos regalaron las navidades pasadas, o el cable del ratón, (no suele roer la madera).
Disfrutaréis observando cómo lo recorren todo, cómo lo observan, cómo disfrutan saltando, corriendo... poco a poco podremos ir enseñándoles nuevas estancias, pero siempre que estén cerradas todas las salidas. Una ardilla domesticada es raro que se escape, ya que se asocia con su jaula, de todas maneras, no tentéis la suerte.
Acostumbrarla a que después de una salida, reciba una golosina, esto nos ayudará a que vuelva. Estaremos muy atentos cuando lo soltemos, ya que nos podemos encontrar con la sorpresa de que nos haya mordido ese libro que nos regalaron las navidades pasadas, o el cable del ratón, (no suele roer la madera).
Disfrutaréis observando cómo lo recorren todo, cómo lo observan, cómo disfrutan saltando, corriendo... poco a poco podremos ir enseñándoles nuevas estancias, pero siempre que estén cerradas todas las salidas. Una ardilla domesticada es raro que se escape, ya que se asocia con su jaula, de todas maneras, no tentéis la suerte.
Para hacerla volver a su casa, utilizad ese silbido o palabra que asocia con comida, si no esperar a que se haya cansado de curiosear todos los rincones.
FUGAS
En caso de fuga, y sin estar todavía acostumbrada a nosotros, si falla el que por sí misma vuelva a su casa, podéis echarle encima una toalla grande para que no salga corriendo, y utilizar guantes. Con mucho cuidado, meted la toalla dentro de su casa y dejad que salga entonces.
Lo mejor es que vuelvan por sí solas. Si no sabe volver a la habitación en que se encuentra su jaula, ponérsela cerca con la puerta abierta, para que vuelva a ella, que es donde se sentirá más segura.
UNA O MÁS ARDILLAS
Primero lo mejor es que domestiquéis a una y posteriormente se le puede buscar una pareja, sobre todo si tenéis la idea de pensar en crias.
Si optáis por tener varios ejemplares, hay que tener en cuenta que si se disponen de un espacio reducido dará lugar a continuas peleas. Las ardillas son criaturas solitarias en estado salvaje. Asistiréis a continuas riñas sobre todo en otoño, momento en que su instinto les hace recolectar alimento y ocultarlos para hacer frente al invierno.
Si os ocurre esto, es mejor separarlos durante este período para evitar que se lesionen e incluso producirse heridas graves que les pueden llevar a la muerte. Las hembras también pueden volverse agresivas en el momento del embarazo hacia los machos. No es normal que esto ocurra si durante el resto del año no han mostrado este comportamiento con sus compañeros.
Fuente: lamanchuela.com
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